1. La invitación a exponer en un foro internacional cuál
es la consideración que Europa merece en la geografía española
constituye una magnífica oportunidad para indagar el grado de sensibilidad
mostrado hacia el continente por la comunidad geográfica de este
país[1]. Se trata de
una tarea sugerente, además de relevante, ya que nos hallamos en
el umbral de una nueva etapa de la historia del cultivo de la geografía
del continente, disponiendo ya de algunas experiencias[2].
Sin duda, los dos ámbitos en los que contemplar y apreciar los
esfuerzos que acreditan el interés mostrado hacia Europa son, por
un lado, la docencia, el más visible, con testimonios tan elocuentes
como programas, obras y experiencias de aprendizaje; el otro, igualmente
tangible y transparente, reside en la labor investigadora efectuada, representada,
tanto por los diversos trabajos publicados sobre el continente, como por
las diversas vinculaciones establecidas con comunidades extranjeras.
Debo iniciar esta presentación, y lo seguiré haciendo aportando
diversas referencias documentales en atención a la audiencia a
la que va dirigido el ensayo, aludiendo al contexto académico en
el que se practica actualmente la geografía en España. Se
trata de un momento caracterizado por su gran vitalidad y dinamismo, ya
que, en el transcurso de la década de 1990 la geografía
española ha experimentado numerosas y profundas transformaciones.
Entre las más destacadas se halla la aprobación del título
de Geografía como una licenciatura propia. La impartición
del nuevo título ha supuesto el diseño de planes de estudio
en una veintena de universidades, con la presencia de materias obligatorias
y otras de carácter optativo. Entre las materias obligatorias figura,
por primera vez, una Geografía de Europa. Para satisfacer las necesidades
derivadas de su enseñanza y aprendizaje se han editado los primeros
manuales de geografía de Europa, tanto traducidos, como preparados
por autores españoles.
Además de la aprobación del título de Geografía,
emancipación de la función propedéutica que desempeñaba
previamente al servicio de la Historia, largamente anhelada por la comunidad
geográfica española[3],
también se han producido cambios tan significativos como el notable
incremento del número de miembros e inquietudes investigadoras,
tal como acreditan las revistas geográficas que han ido surgiendo
en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX. En cuanto a la investigación,
si nos ceñimos a los artículos publicados acerca de Europa,
una primera impresión es que no parece que los temas correspondientes
a este escenario hayan despertado o estén suscitando una acusada
preocupación[4]. Como
revelan los índices de las revistas y otros testimonios de la producción
geográfica aparecidos recientemente, de los que más adelante
hablaremos, los mayores esfuerzos se siguen dirigiendo, esencialmente,
hacia temas pertenecientes al territorio español, y, tras ellos,
a muy larga distancia, a otros lugares, esencialmente aquellos escenarios
que habían formado parte de nuestras colonias. Son, por tanto,
otras inquietudes las que movilizan las energías de la comunidad
geográfica española.
2. La explicación a esta indiferencia académica, o desconsideración
de dicha categoría espacial, debemos hallarla en la asunción
de un compromiso de identidad ‘nacional', tácito si
se quiere, contraído por toda la comunidad, con la tarea o responsabilidad
de contribuir al mejor conocimiento del propio territorio y la sociedad
que lo habita. Dicha adhesión responde a una concepción
muy arraigada en el colectivo de personas consagradas al cultivo de la
geografía como es dirigir el interés a los atributos de
escenarios próximos, ‘nacionales', eludiendo o inhibiéndose
de aquellos que afectan a otras escalas y a colectivos con los que la
comunidad no se siente tan identificada. Su justificación puede
‘naturalizarse' y presentarse como coherente y lógica
con argumentos culturales y sociales. Sirvan de ejemplo las numerosas
dificultades con que tropieza el investigador para abordar temas a escala
continental, desde las lingüísticas, hasta las económicas.
No obstante, dicho compromiso no es estable o duradero. Un cambio de sensibilidad
acusado recientemente por la comunidad geográfica española
ha consistido en dedicar mayor atención a los fenómenos
de la realidad más próxima, la correspondiente a los escenarios
de las diversas autonomías. Su explicación debemos atribuirla
a los novedosos y eficaces estímulos surgidos en este ámbito,
como los encargos recibidos, la financiación concedida a tales
proyectos y el reconocimiento que se deriva de los mismos[5].
Esta cualidad que acabamos de señalar, la identidad o adhesión
inherente a una sociedad y la función que desempeña la labor
investigadora, no es singular de la geografía española.
La asunción de la escala ‘nacional' en las investigaciones
que efectuamos, afecta igualmente a otras comunidades geográficas[6].
En efecto, si ojeamos las diversas publicaciones académicas editadas
en los diversos países de Europa occidental advertiremos que la
mayor parte de sus trabajos corresponden a temas del propio escenario.
La excepción a esta norma puede variar en función del grado
de apertura de la revista, los contactos o vínculos tendidos con
antiguas colonias y la audiencia a la que va destinada la publicación.
Pese a los matices que queramos introducir y las diferencias que podamos
apreciar, la práctica investigadora, la efectuada en España
y en otros países occidentales, es el reflejo mimético de
los intereses cultivados en la comunidad científica internacional,
más atenta y sensible a los temas de ámbito nacional o regional,
que a aquellos correspondientes a la escala continental.
3. Antes de ocuparnos en cómo contemplamos Europa en la docencia
e investigación debemos examinar algunas cuestiones que consideramos
relevantes. La primera está relacionada con el significado actual
de Europa en la sociedad y su correspondencia con el que posee la comunidad
geográfica. El novedoso interés dirigido a este escenario
está orientado a indagar algunos de los atributos físicos
y humanos que caracterizan sus lugares o regiones. Reproducen, por tanto,
algunos de los valores culturales heredados de la geografía regional
clásica, los surgidos e impulsados por un proyecto modernista.
La imaginación geográfica, o arquitectura conceptual con
que se han construido casi todas las obras consultadas[7],
siguen reflejando su estilo y sensibilidad metodológica, transmitiendo
una cultura académica positivista que la diferencia de sus antecesoras
en los abundantes datos que contienen, los conceptos técnicos y
las consideraciones racionales o ideas. Sensibles a los cambios epistemológicos
que deben inspirar el cultivo de la geografía actual necesitamos
encontrar una respuesta clara y convincente, en primer lugar, a por qué
estudiar este continente y qué debemos conseguir con su estudio.
La segunda cuestión tiene que ver con los reiterados empeños
para renovar los estudios regionales, el cómo contemplar un lugar.
Pese a tales esfuerzos, no contamos con un esquema alternativo que goce
de cierta unanimidad y se convierta en inspirador de los futuros estudios
regionales. Las diversas contribuciones brindadas a esta tarea ofrecen
algunas consideraciones de interés, reflejando, en la pluralidad
de enfoques, el abandono de la unanimidad precedente, algo que ya podemos
valorar en sí como una aportación alternativa.
Vamos a examinar cuáles son algunos de los esquemas intelectuales
con los que hemos leído y construido nuestra imaginación
geográfica acerca de Europa, aquellos con los que dotamos de sentido
y calificamos unas informaciones. Paralelamente, debemos considerar cuáles
son los marcos alternativos que disponemos, sugeridos por colectivos muy
diversos a los cuales nos adherimos, o rechazamos.
4. Tal como acreditan las numerosas y venerables geografías publicadas
en el pasado, la cultura geográfica acerca de Europa posee una
dilatada tradición[8].
Su saber, definido como corográfico, está formado por una
mezcla de datos y consideraciones, y organizado, en su mayor parte, en
torno a las diversas soberanías estatales. Con ellos se pretende
satisfacer las ansias de cultura surgidas en la sociedad europea.
Las incesantes y profundas innovaciones conceptuales acaecidas en el transcurso
del siglo XX han ido dejando su huella en tales estudios. Uno de los efectos
más elocuentes ha sido la incesante disminución de este
tipo de saber dentro de la comunidad geográfica, más atraída
por el reconocimiento intelectual que se deriva de ahondar en ciertos
estudios temáticos. Pese a su incesante pérdida de protagonismo,
advertimos la existencia de miembros interesados en su recuperación
y fortalecimiento, sugiriendo temas, estilos y esquemas conceptuales con
los que renovar su estudio. Los resultados se han plasmado en la estructura
con que se ha ido contemplando el continente, que ha pasado de una aproximación
presidida por soberanías políticas, en los albores de este
siglo, a otra temática, en el crepúsculo del mismo.
En efecto, las diversas sensibilidades que han animado el cultivo de la
geografía académica en el transcurso del siglo XX ha quedado
reflejado, primeramente, en los conceptos o esquemas organizadores del
saber acerca de los lugares; y, después, en los cambios de interés
mostrado hacia los mismos, abandonando unos y dirigiendo la atención
hacia otros aspectos o atributos del territorio y la sociedad.
Así, en la primera mitad del siglo observamos la introducción
de criterios naturales en el estudio del continente y el establecimiento
de grandes unidades físicas o escenarios calificados con una terminología
apropiada de las ciencias naturales. Sus impulsores, además de
descalificar la artificialidad de una re-presentación política
del escenario, proponen el empleo de criterios taxonómicos ‘naturales'
en el estudio y clasificación de los lugares de la superficie terrestre.
La importancia concedida al medio ambiente y el papel hegemónico
desempeñado por los atributos físicos en los paisajes y
concepción de los lugares motivará que tales re-presentaciones
sean calificadas, más tarde, de deterministas.
Ya en la segunda mitad detectamos el creciente protagonismo que cobran
las sucesivas ideologías en la preparación geográfica
de sus cultivadores, desde la neopositivista, -con la aparición
de un nuevo vocabulario geométrico y el diseño de espacios
o ‘regiones funcionales'-, a la marxista o humanista, -caracterizadas
por mostrar otras preocupaciones, vocabulario y visiones del territorio
y la sociedad-.
5. Las re-presentaciones más recientes del continente, pese a
declarar que están inspiradas en las ‘nuevas geografías
regionales', proclamando con ello su empeño de desprenderse
de los gustos y marcos conceptuales con que se ha contemplado la realidad,
siguen acercándose y presentando Europa como una realidad ajena
a la persona que la concibe, objetiva, susceptible de ser apropiada, sin
reparar en las infinitas ‘realidades europeas' construidas,
y en la parcialidad de dicha pretensión[9].
En la actualidad disponemos de una rica oferta de propuestas ideológicas
o proyectos políticos con los que poder nutrir nuestra imaginación
geográfica de Europa y forjar nuestra identidad. Para satisfacer
el espíritu neopositivista que preside gran parte de la práctica
geográfica actual, por un lado, contamos con una profusa variedad
de datos estadísticos del territorio, algo impensable hace escasos
años. Por otro, y para satisfacer otras sensibilidades surgidas,
la vasta gama de conceptos e ideas brindados por los diversos especialistas,
fruto de los fecundos contactos establecidos entre la geografía
y otras ramas del conocimiento. Ambas ofertas constituyen los ingredientes
esenciales con los que construir y representar la nueva cultura geográfica
acerca de Europa.
Cualquier saber que tratemos de ofrecer acerca de Europa será siempre
un discurso parcial y subjetivo de este escenario. Las narraciones que
albergan las obras de geografía publicadas, como las representaciones
cartográficas, constituyen un discurso explícito del escenario
y la sociedad europea. Sus creadores dirigen la atención a unos
temas, más o menos relevantes para unos destinatarios, y recurren
a unas explicaciones, ayudando a forjar unas concepciones y contribuyendo
al fomento de unos intereses. A su vez, ignoran y desatienden los intereses
sostenidos por ‘otros' colectivos, aludiendo a temas ajenos
a sus aspiraciones y contribuyendo a alimentar ‘otra imaginación
geográfica'.
Pese a los cambios protagonizados por la geografía académica,
fundamentalmente en el transcurso de estas últimas décadas,
los marcos epistemológicos e ideales sociales que presiden el discurso
regional clásico -cualidades naturales y sociales de escenarios
políticos-, y los intereses que sirve -estatales o ‘nacionales'-,
se hallan todavía presentes e inspiran el diseño de programas
y la prosa de los libros que nutren la imaginación geográfica
de la sociedad actual. Este hecho no debe sorprender ya que constituye
uno de los marcos más empleados para contemplar la realidad europea,
el mosaico de estados que la componen, representada, de manera muy acusada,
en los medios de comunicación, en eventos culturales y deportivos,
o en gran parte de la cartografía.
6. La importancia que cobra la Unión Europea en nuestras vidas
aparece reflejada en numerosos testimonios políticos, económicos
y sociales. Esta importancia motiva la notable curiosidad despertada hacia
sus cualidades. Aunque la política educativa existente en los países
miembros no haya sido una de las prioridades afrontadas hasta la fecha,
sí que podemos predecir algunos de los cambios que se desencadenarán
en un futuro inmediato en la educación universitaria. Si utilizamos
como ejemplo las reformas sociales acaecidas en el transcurso de las últimas
décadas del siglo XX podemos intuir que cuando se aborde el tema
de la educación serán aspectos como la homogeneización
de los planes de estudio y la calidad de los mismos los hechos que acaparen
su interés. En relación al primero, se trata de un tema
que ya se anuncia para ciertos estudios universitarios[10].
En cuanto a cómo mejorar el rendimiento de la educación
universitaria su enfoque será análogo al que se ha empleado
en otros sectores relacionados con los temas del bienestar, en los que
se ha ponderado y buscado la eficacia de las inversiones asignadas. El
concepto de calidad educativa, tema al que comenzamos a prestar atención,
se establece atendiendo a resultados tangibles concebidos y elaborados
en torno a las nuevas expectativas sociales y laborales que van surgiendo,
como son la preparación humana y profesional que requiere la Europa
del futuro. Es decir, adoptando una visión pragmática de
la educación universitaria[11].
El utilitarismo con que comienza a considerarse la educación universitaria
puede contrastar, a primera vista, con la aspiración ‘idealista'
que anima la propuesta de promover la dimensión europea en la educación.
En efecto, diversas decisiones políticas adoptadas en el seno de
la Unión Europea tratan de impulsar una nueva sensibilidad o dimensión
en las sociedades de los países miembros. Tales iniciativas pretenden
conseguir algo tan sutil como es la identidad europea. Su deseo
es alcanzar, en la sociedad europea, una mayor cohesión social,
que sirva de fundamento a una sólida integración política,
erradicando prejuicios y actitudes de rivalidad heredadas del pasado.
Dicha identidad está basada en el sentido de pertenencia a la misma
comunidad, la europea u occidental[12].
7. La construcción de esta novedosa dimensión cultural
se intenta, de momento, compaginar con el cultivo de otras identidades,
como las nacionales respectivas, y otra más ecuménica o
global. Las preferencias políticas mostradas hacia las identidades
nacionales se aprecian en el celo puesto en su mantenimiento y las resistencias
ofrecidas por los diversos gobiernos a la incorporación de normas
que debiliten y diluyan sus propias culturas. Dichos temores son los que
motivan el retraso que se advierte en la integración educativa.
Los diversos países europeos se muestran muy sensibles todavía
a la conveniencia de promover la identidad propia, reproducida a través
de una educación obligatoria diseñada y tutelada por sus
administraciones.
En la tarea de configurar la nueva identidad europea advertimos diversos
discursos y colectivos, mostrando cada uno de ellos diversas posturas
y grado de entusiasmo. Las diferentes ideologías existentes en
el panorama político y social de Europa poseen su discurso o noción
acerca de qué cualidades son las que debe promover el sistema educativo.
Entre los menos entusiastas figuran los idearios nacionalistas, partidarios
de la creación de una Europa alternativa a la de los estados, una
Europa de las regiones. Su aspiración consiste en seguir forjando
el sentido de pertenencia a la propia sociedad, una identidad entendida
como la adopción de los signos que han caracterizado una cultura
singular, una lengua propia y ciertos atributos de una soberanía
política[13]. Entre
los más fervorosos se encuentran los liberales que son los que
promueven el fomento de una dimensión más universal, ecuménica.
Es la voluntad que anima todos los pasos y decisiones tomadas en la creación
y consolidación de la Unión Europea.
Curiosamente, aunque con aspiraciones diferentes, el cultivo de esta identidad,
la global, es defendida por idearios tan antagónicos como los liberales
–neoliberales o ultraliberales económicos- o los partidos
calificados de socialdemócratas, con la incorporación de
sensibilidades más humanas y valores solidarios defendidos por
la izquierda tradicional[14].
En sus programas o manifestaciones todos ellos invocan, con distinto énfasis,
las ventajas políticas, sociales y económicas que se derivan
del cultivo de dicha sensibilidad[15].
8. La pluralidad de discursos en relación al cultivo de la identidad
europea, con su incidencia en los correspondientes programas educativos
que deben seguir las personas, no finaliza en los idearios políticos.
Durante las últimas décadas, con mayor o menor vitalidad
y presencia en los medios de comunicación social, han surgido otros
colectivos que expresan sus críticas y reticencias a los anteriores
discursos y modelos de construcción europea, como los ecologistas
y las organizaciones no gubernamentales. Tales propuestas nos alertan
de aspectos relevantes como las relaciones entre Europa y los demás
países y sociedades del orbe, tras el colonialismo, así
como las consecuencias medioambientales derivadas de nuestro modo de vida
y consumo. Con mayor o menor número de adherentes, sus seguidores
se enfrentan a las cultura neoliberal dominante en Europa, defensora de
los estilos de vida y consumo que han caracterizado la sociedad europea.
Si las ideologías neoliberales han luchado por el debilitamiento
y superación de las identidades nacionales, con críticas
a su etnocentrismo y ser consideradas como fuente permanente de tensiones
y conflictos territoriales, a estas minorías hostiles a sus intereses
y defensoras de otros modelos de sociedad se les reprocha su excesivo
idealismo y constituir una amenaza a sus aspiraciones de ‘mejora
en el desarrollo y bienestar económico'. Pese a su marginalidad
política y tono disidente han logrado dejarse oír y persuadirnos
de que adoptemos actitudes de justicia social y empatía hacia las
culturas distintas, sin erigirnos en modelo con el que juzgar las identidades
de ‘otros' pueblos y sociedades no occidentales. Su efecto
ha suscitado la necesidad de examinar y relativizar aquellos rasgos y
peculiaridades que caracterizan la identidad propia, la occidental, forjada
en Europa en el transcurso de su historia, ilustrada en trabajos relacionados
con el colonialismo e imperialismo europeo.
En definitiva, como docentes o investigadores de geografía, el
reto que tenemos ante nosotros consiste en preguntarnos qué idea
o saberes acerca de Europa y qué valores deben cultivarse mediante
la asignatura Geografía de Europa. Nuestra responsabilidad
reside, en primer lugar, en hacer inteligible el proyecto político
en el que estamos implicados, con sus decisiones correspondientes, desde
la política ambiental, hasta la económica, pasando por la
demográfica; en segundo lugar, en dotar a las personas de los conocimientos
de este escenario territorial -imaginación geográfica-,
y su significado social, económico y político; en tercer
lugar, concienciarlas de sus compromisos y responsabilidades ante los
diversos retos sociales que tiene ante sí; y, finalmente, convertirlas
en participantes activos, sensibles y críticos con algunos de los
procesos que supone esta nueva creación y las consecuencias desencadenadas.
9. Las materias que componen los planes de estudio de las universidades
españolas constituyen una buena fuente informativa en la que advertir
cuál es la preparación -identidad geográfica- que
reciben sus licenciados. Las asignaturas revelan los rasgos e intereses
que se pretende fomentar, que son, en gran parte, aquellos que animan
a la comunidad[16]. Su contraste
con la oferta de asignaturas existente en planes de estudio de otros países
nos muestra, de manera muy elocuente, algunas de sus singularidades más
destacadas, y si lo comparamos con los de momentos precedentes, los cambios
o innovaciones introducidas en el transcurso de los últimos años[17].
Desde 1990, todas las universidades españolas cuentan con la posibilidad
de impartir el título de Geografía[18].
Su diseño se halla supeditado a la existencia de unas normas aprobadas
por la Administración. Exigen, en primer lugar, la presencia de
unas materias obligatorias. Se trata de materias comunes, impartidas en
todas las universidades. En segundo lugar, otras de carácter optativo
ofrecidas por cada una de las diversas universidades, en función
de sus estatutos, el profesorado existente y las orientaciones formativas
asumidas como relevantes en su comunidad. El conjunto de asignaturas,
obligatorias y optativas, cuya proporción varía, se halla
repartido en dos etapas o ciclos, de dos años cada uno. El primero,
de carácter general, formativo, y el segundo, concebido como de
mayor profundidad, pensado en la especialización y orientación
profesional. El número de créditos que debe superar la persona
que aspira a conseguir el titulo de Geografía es de trescientos[19].
Esta oferta de asignaturas, con las correspondientes experiencias de aprendizaje,
contempla cuatro categorías de materias: teóricas o filosóficas,
instrumentales o prácticas, temáticas y regionales. Dentro
de esta última categoría, la regional, como asignaturas
obligatorias impuestas por la Administración, aparecen dos cursos
cuyos títulos son Geografía de España y Geografía
de Europa. A tales materias, los departamentos añaden otra
correspondiente a la propia comunidad en que se asienta la universidad,
como Geografía de Cataluña en el caso de la Universidad
de Barcelona. Además de las asignaturas mencionadas, es frecuente
la presencia de otras asignaturas regionales, de carácter optativo,
que suelen coincidir con el estudio de otros territorios y culturas, como
América Latina; y en mucha menor proporción, asignaturas
correspondientes a ámbitos más alejados, espacial y culturalmente,
como África o Asia[20].
10. Uno de los hechos más destacados acaecidos en la historia
reciente de la universidad española, las décadas de los
setenta y ochenta, ha sido el crecimiento espectacular experimentado en
el número de universidades, centros en los que se imparte el título
de Geografía, estudiantes y profesores[21].
La década de los noventa, por el contrario, ha correspondido a
una etapa de estabilización, tanto en el número de estudiantes,
como en el de profesores de geografía. Paralelamente a este proceso
de estabilización experimentado por la universidad española
se han producido otros cambios significativos. Los más sorprendentes
han sido, por un lado, el incremento del número de universidades
privadas[22], y por otro,
la puesta en práctica de titulaciones novedosas, algunas de las
cuales rivalizan con la de Geografía[23].
En estos momentos, primeros años del siglo XXI, estamos asistiendo
a un proceso inverso consistente en la reducción acusada del número
de estudiantes de geografía. Dicha disminución supone un
verdadero desafío a la imagen de la geografía y a los logros
alcanzados en las décadas precedentes, fenómeno que afecta
en cómo debemos seguir cultivando y qué tipo de preparación
geográfica debemos ofrecer.
Tanto las cualidades formativas de las asignaturas ofrecidas por los planes
de estudio, como las experiencias de aprendizaje derivadas de su seguimiento,
son el resultado de la confrontación de dos ideales o posturas.
Por un lado, la inercia o fidelidad mostrada a unas tradiciones formativas
o señas de identidad arraigadas en la concepción de la geografía
-la adquisición de una cultura geográfica-. Por otro, la
necesidad de incorporar los cambios brindados, tanto por la geografía
occidental, derivados de la aparición de nuevas sensibilidades
académicas, como por las aspiraciones profesionales desencadenadas
recientemente. Por tanto, el conjunto de asignaturas y estilos de enseñanza
correspondientes combinan la existencia de materias eruditas, que expresan
el deseo de dotar de una cultura y sensibilidad geográfica, más
o menos especializada y profunda, junto a otras que aspiran a proporcionar
una preparación profesional, equipando a las personas con una experiencia
y formación adecuada a tales salidas profesionales. La oferta de
materias consideradas como idóneas de una y otra categoría
difiere, y son numerosas la voces que reclaman convertir el plan de estudios
en una oferta de materias más aplicada, tanto entre los estudiantes,
como entre un profesorado atento a las demandas sociales. Sus partidarios
aspiran a que los estudios de Geografía gocen de mayor reconocimiento
profesional y sea el reclamo que atraiga a mayor proporción de
estudiantes, contribuyendo así a satisfacer mejor sus expectativas[24].
11. No disponemos de datos o estudios que revelen cuáles son las cualidades operativas - habilidades básicas o transferibles, en el vocabulario anglosajón - que ofrece la docencia universitaria y cuál es la preparación o perfil profesional que obtienen los estudiantes de Geografía[25]. Se trata de un tema novedoso al que no se le ha prestado la atención que merece y las revistas académicas apenas insertan consideraciones o datos que ilustren los diversos intereses o inquietudes que presiden la actividad formativa de la comunidad geográfica. El rendimiento docente, junto al investigador, a que están viéndose sometidos los centros y el profesorado de universidades anglosajonas explica que las revistas especializadas en temas de preparación geográfica aludan a los perfiles que deben poseer aquellas personas formadas en geografía y el nivel alcanzado[26]. Ellos son los que pueden servirnos de referencia para iniciar el debate.
La importancia atribuida a la posesión de un conocimiento o cultura
regional se justifica en su utilidad política, social y económica.
Desde la más remota antigüedad, tal como acredita la popularidad
alcanzada por las obras geográficas de Estrabón o Mela,
la cultura regional ha gozado de demanda en la sociedad europea. Este
aprecio, prolongado en el transcurso de los siglos, explica que el saber
geográfico haya sido asociado, esencialmente, con un conocimiento
de los diversos lugares de la superficie terrestre.
Con la incorporación y consolidación de la geografía
en la universidad española, el saber regional domina la oferta
de asignaturas geográficas que han caracterizado los planes de
estudio diseñados hasta el último tercio del siglo XX. La
expresión visible de esta forma de conocimiento geográfico
se advierte en el peso desempeñado por asignaturas como Geografía
de España o Geografía Universal -descriptiva,
era la acepción administrativa- en el título de licenciado
en Historia. Su función era propedéutica, legitimidad
que explica esta forma o representación de la geografía
hasta su aprobación como título propio[27].
A su vez, los profesores que se incorporaban a su docencia asumían
como máxima responsabilidad la conveniencia de dotar al alumnado
de abundantes saberes regionales. Consistían en una preparación
cultural relativa, tanto al propio país, formación necesaria
para comprender y saber apreciar los acontecimientos políticos
o económicos examinados en las asignaturas de historia[28],
y la de los demás escenarios de la superficie terrestre. Contamos
con muestras elocuentes de las cualidades culturales requeridas por esta
concepción geográfica a través de los libros editados
para facilitar dicha preparación[29].
12. Como respuesta al descontento académico que experimenta el
cultivo de la escala universal su diseño ha registrado diversas
alternativas. Este hecho contrasta con la continuidad que se advierte
en el cultivo de la Geografía de España, cuya mayor
renovación reside en el incremento de datos -continuidad de la
tradición empírica-, la adquisición de un vocabulario
más técnico y especializado - descripción más
rigurosa y académica -, y explicaciones insertadas en modelos o
procesos generales, naturales y sociales - la influencia del positivismo
en la metodología geográfica- tal como evocan los programas
y los libros manejados[30].
En cambio, en el transcurso de los últimos decenios, advertimos
la presencia de asignaturas diseñadas con títulos y contenidos
que acusan las aspiraciones e ideologías dominantes del momento.
Una primera manifestación corresponde a la asignatura Geografía
de las Grandes Potencias. Su propuesta revela, por un lado, la insatisfacción
que produce la docencia de una geografía universal, desacreditada
con argumentos académicos y educativos; por otro, la conveniencia
de ahondar en determinados escenarios, atraídos por la admiración
y entusiasmo que produce el esplendor económico logrado en la época,
atento a comprender las bases productivas sobre las que se asienta el
desarrollo occidental y proclamar, o celebrar, el bienestar que disfrutan
los países más industrializados del mundo. Dentro de esta
propuesta se contempla, como no podía ser de otra manera, el estudio
de ejemplos extraídos del escenario europeo.
Como contraste con la anterior manifestación, y muestra de los
cambios ideológicos que estaba experimentando el cultivo de la
geografía europea del momento, década de los setenta, planes
de estudio como el de la Universidad de Barcelona ofrecen una materia
cuyo título es Países Subdesarrollados. La presencia
de dicha asignatura revela la incorporación de profesores jóvenes,
dotados de otro fervor y otra visión del papel formativo que debe
desempeñar la geografía, como es la comprensión de
las desigualdades y la adquisición de una responsabilidad y espíritu
crítico. Su existencia motivó la aparición de manuales
traducidos que sirvieron de orientación en la asignatura[31].
13. La adopción de otras sensibilidades inspiradas en posturas
académicas, conduce a la propuesta de asignaturas configuradas
en torno a criterios físicos o culturales, con títulos como
Países Mediterráneos o Espacios y Sociedades[32].
Dicha elección permite estudiar, de manera más profunda
y rigurosa, algunos fenómenos y su expresión paisajística
o territorial.
La pluralidad de sensibilidades e intenciones que conoce la geografía
actual explica que hallemos programas regionales y libros que reflejan
tanto el tono positivista en que están inspirados, como la presencia
de otros enfoques más críticos[33].
Todos ellos acusan, en primer lugar, una mayor información disponible
de tales lugares; y en segundo lugar, una inquietud ideológica
o académica y la conveniencia de abordarla en profundidad. En definitiva,
son los temas y problemas que cada curso o centro concibe como más
apremiantes.
Paralelamente a la renovación experimentada en la contemplación
e intenciones del estudio de los lugares se han producido otras transformaciones
que afectan al cultivo de toda la geografía. Tales innovaciones
proceden de los países anglosajones y se manifiestan con gran prontitud
entre nosotros[34]. Uno de
los más evidentes, el primero, se debe a la búsqueda de
mayor relevancia académica en el cultivo de las diversas ramas
de la geografía. Este compromiso motiva que el cultivo de la especialidad
regional deje de contar con el protagonismo hegemónico y la popularidad
que había disfrutado, desplazándose la atención hacia
las especializaciones de geografía física y humana. Por
tanto, en el último tercio del siglo XX la geografía española
ha registrado un incesante crecimiento del número de especialistas
en temas de geografía física y geografía humana,
con la aparición de sus correspondientes asignaturas, relegando
el cultivo de la geografía regional. Dicha transformación
se advierte en el número de asignaturas que conforman los planes
de estudio actuales, en contraste con los que existían hace sólo
tres décadas, y afecta a la preparación que obtiene el alumnado.
14. Tras la aprobación del título de Geografía
en 1990, la propuesta de materias con que preparar al alumnado refleja
algunas de las cualidades que exhibe la geografía española
de estos años. La presencia y proporción variable de asignaturas
temáticas, regionales, instrumentales y teóricas representa
un compromiso entre el cultivo de ciertas tradiciones muy arraigadas y
la incorporación de líneas y orientaciones novedosas. Entre
las asignaturas temáticas y regionales figuran, con una proporción
equitativa, materias de geografía física, de geografía
humana y de geografía regional. A esta oferta dominada por asignaturas
temáticas hay que agregar, con una modesta presencia, una asignatura
teórica y otra instrumental. Dentro de las asignaturas regionales
figura una Geografía de Europa de doce créditos.
Debe cursarse en el primer ciclo, junto a la otra asignatura obligatoria
que venía ya impartiéndose, como era la Geografía
de España.
Su presencia y conveniente diseño suscitan diversos interrogantes.
Sin duda, el más relevante es el primero, averiguar y comprender
su justificación, ya que inspirará algunos de los temas
con que configurar su discurso. Vamos a ocuparnos de cada uno de ellos.
La introducción de una Geografía de Europa en la
licenciatura de Geografía corresponde, como acabamos de
ver, a la complicidad con unas aspiraciones políticas encaminadas
a ir dotando a la sociedad de una mayor concienciación de esta
identidad. Su diseño puede tener diversas interpretaciones, pero
el término Europa, en la actualidad, está asociado esencialmente
a un novedoso proyecto político. La justificación de su
idoneidad puede equipararse, en parte, a la que hasta la fecha legitimaba
la existencia de una Geografía de España. Debemos
agregar que dicha propuesta no suscitó un rechazo o incomprensión
por parte de la comunidad geográfica, ya que su aprobación
hay que insertarla en el clima de celebración política y
entusiasmo reinante en la sociedad española del momento, y el anhelo
de sus dirigentes en adherirse a Europa e integrarse plenamente en los
asuntos de la Comunidad Europea.
15. Si compartimos y asumimos plenamente esta justificación, su
docencia debe contribuir a crear una cultura que despierte y forje una
nueva identidad, erradicando obstáculos históricos de indiferencia
o singularidad de nuestra cultura, facilitando la integración plena
de nuestro país y asimilación de los procesos que protagonizan
los países occidentales. Es, por tanto, una finalidad compleja,
que debe perseguirse mediante el conocimiento y familiarización
con el escenario europeo y las diversas manifestaciones que se están
produciendo y afectan a la sociedad que lo habita, entre ellas, la española[35].
Para facilitar su diseño, la legislación sugiere los rasgos
que deben presidir el temario. Su redacción elude cualquier sensibilidad
política en la línea apuntada, limitándose a señalar
los atributos clásicos, los heredados de una cultura modernista,
la académica del siglo XIX. Son el ‘estudio de los caracteres
físicos y humanos de Europa, de sus conjuntos regionales y de sus
paisajes naturales, rurales y urbanos'. Advertimos en el texto
de la propuesta concepciones tradicionales ortodoxas en el cultivo de
la geografía regional, como la dicotomía y secuencia física-humana,
y la alusión a conjuntos o unidades regionales en su interior inspirados
en las diversas sensibilidades.
Desde el momento en que las diversas universidades deciden impartir el
título de Geografía su labor se concreta en redactar
los programas correspondientes y considerar las experiencias de aprendizaje
necesarias, teóricas y prácticas. Desgraciadamente, no contamos
con la ayuda de datos que nos permitan contrastar las diversas situaciones.
Tampoco con experiencias didácticas consistentes en la colaboración
frecuente entre las diversas universidades con la intención de
afrontar colectivamente la elaboración de recursos[36].
No contamos con otras formas de cooperación entre el profesorado
para discutir y resolver, por ejemplo, los problemas surgidos, e intercambiar
experiencias en modelos de programas y experiencias y llegar a establecer
los criterios de calidad a los que debemos aspirar.
Esta libertad, amparada en la autonomía universitaria y en el deseo
de rivalizar entre las universidades, se ha traducido en ofertas formativas
muy heterogéneas. Para paliar los efectos nocivos que pueden derivarse
de la diversidad de planes, asignaturas y enfoques, la Asociación
de Geógrafos Españoles ha emprendido diversas iniciativas
con la intención de unificar criterios, contenidos y sensibilidades.
En un informe publicado recientemente, al examinar cómo es contemplada
la Geografía de Europa en las diversas universidades españolas
su autor alude que ‘son frecuentes los enfoques dispares en los
casos en que se fracciona. Así, Geografía General de Europa-Geografía
Regional de Europa, Geografía Física de Europa-Geografía
Humana de Europa, Geografía de Europa. Organización Geopolítica-Geografía
de Europa. Unión Europea, o Geografía de Europa. Las Comunidades
Europeas-Geografía de Europa. Los Países Mediterráneos'[37].
16. La bibliografía académica se muestra bastante parca a la hora de expresar la finalidad educativa de la geografía regional. La abundante literatura producida en torno al deseo de renovar la práctica de la geografía regional se refiere a la investigación y en mucha menor presencia, a su dimensión docente. Como ya hemos indicado, el desinterés prestado hacia los lugares, hace algunos lustros, motivó su casi desaparición, tanto de los programas universitarios, como de la educación obligatoria[38]. Como reacción a esta pérdida de interés contamos con los reiterados esfuerzos dedicados a promover los estudios regionales por parte de R. J. Johnston. En dos trabajos alude a cuál debería ser la intención educativa y propone los conceptos que deberían inspirar su estudio. En cuanto a la primera cuestión, el para qué de la geografía regional, responde que debe contribuir a la adquisición de una verdadera educación entre las personas que sigan su estudio, indispensable en la preparación profesional que ofrecen los estudios de geografía británicos. Además de informar -la función cultural que hemos atribuido a su existencia y cultivo en el transcurso de la historia, derivadas de la necesidad de supervivencia y expansión, y que recientemente se ha revelado como insuficiente al no captar el interés de los alumnos y el aprecio académico- debe contribuir a erradicar la ignorancia como fuente de conflictos, emancipándole o liberándole de las concepciones etnocéntricas y promoviendo una mayor concienciación de los procesos que afectan a la sociedad[39]. Más recientemente, en otra colección de ensayos, advertimos de nuevo su interés hacia la geografía regional[40]. Además de enumerar las sucesivas iniciativas surgidas en la geografía académica con la intención de lograr un mayor reconocimiento, argumenta a favor de la conveniencia de recuperar el estudio de los lugares o regiones y conectar con los intereses sociales, indicando los siguientes criterios educativos: apreciar que los lugares son creaciones sociales; los lugares se autoreproducen; las personas controlan y transforman los lugares; los lugares no está aislado ni son autosuficientes; los lugares poseen límites flexibles o convencionales; y los lugares son fuente potencial de conflictos. Se trata de una propuesta de imaginación geográfica bastante alejada de las convencionales que figuran en programas y libros de texto.
17. Como ya hemos adelantado, para apreciar cuál es la representación
de Europa en la investigación geográfica efectuada en España
hemos examinado los índices de las revistas geográficas
que se publican actualmente[41].
Una primera valoración es que Europa, considerada como una categoría
geográfica, no ha sido, ni es sentido actualmente como un escenario
al que prestar atención en el panorama de intereses geográficos
españoles.
Sin embargo, esta sensibilidad puede ir modificándose en un futuro
inmediato, sobre todo entre las nuevas generaciones. En efecto, son diversos,
y muy persuasivos, los esfuerzos desplegados por las Administraciones
para modificar esta situación. Entre ellos se halla la política
de financiación de la investigación impulsada por la Unión
Europea, animando a la presentación de proyectos y sugiriendo la
conveniencia de crear equipos con colegas extranjeros para afrontarlos.
Pese a tales convincentes estímulos, son notorios los lastres que
frenan su avance. Uno de los obstáculos mayores es, sin duda, el
alejamiento e individualismo que han caracterizado y caracterizan la promoción
universitaria y el reconocimiento social que acompaña a la investigación.
A dichos obstáculos hay que añadir las dificultades culturales
con que se tropieza y el prestigio para sugerir, encabezar o integrarse
en equipos de investigación geográfica europeos. Vamos a
examinar más detenidamente todos estos aspectos.
Son numerosas las revistas de geografía que actualmente se editan en España[42]. Un atento examen a los artículos que figuran en ellas nos permite advertir el grado de interés mostrado por la comunidad geográfica española hacia los diversos temas, así como la metodología que aplican sus autores y autoras y las escalas que contemplan. Las publicaciones periódicas, además de acreditar la vitalidad de una labor colectiva, constituyen los principales canales de difusión de la práctica investigadora de una comunidad, transformándose en escaparates idóneos para dar a conocer las novedosas investigaciones efectuadas.
18. Como en otros países de nuestro entorno europeo u occidental,
una de las formas con que contribuir al desarrollo de la geografía
es mediante el trabajo en alguno de los grupos existentes o especialidades
configuradas en las asociaciones académicas o profesionales existentes.
Una primera constatación del desinterés despertado hacia
Europa es que entre los diversos grupos de trabajo surgidos en la Asociación
de Geógrafos Españoles no existe grupo alguno dedicado
específicamente a la Geografía de Europa. Sí aparecen,
en cambio, numerosos grupos dedicados al cultivo de las diversas ramas
de la geografía física o humana. El grupo de trabajo más
próximo, con el que comparte un cierto interés por el cultivo
de la geografía regional, y podría parangonarse, es el colectivo
de geógrafos interesados en América Latina. Por tanto, no
existe un interés especial entre la comunidad geográfica
en dedicarse a temas de investigación que corresponda a la escala
europea. Ello explica que, hasta la fecha, no haya alguna revista que
muestre una mayor sensibilidad hacia la temática europea.
Esta apatía académica hacia Europa, inhibición afectiva,
contrasta con el vivo interés que muestran en estos momentos las
diversas administraciones universitarias, como ya hemos avanzado. Por
tanto, para animar a abandonar ciertas pautas o actitudes investigadoras
y contribuir al cultivo de temas a escala europea, son diversas las iniciativas
desplegadas por las autoridades universitarias. Por ejemplo, casi todas
las universidades cuentan con oficinas que difunden ampliamente las convocatorias
de ayudas destinadas a fomentar esta dedicación. Asimismo, contamos
con otros eficaces estímulos, además de los financieros,
destinados a facilitar la creación de equipos y grupos de trabajo
para que aborden los diversos temas propuestos como prioritarios por las
autoridades comunitarias, como la periódica convocatoria a reuniones
informativas, la plena asistencia en las tareas administrativas, la prestación
de ayuda y colaboración administrativa en su seguimiento, etc.
Resulta difícil predecir el grado de respuesta a todas estas atrayentes
ofertas. Las cifras disponibles se refieren a proyectos iniciados o dirigidos
por las diferentes universidades, resultando complejo discriminar y descubrir
la participación de miembros de la comunidad geográfica.
Pero es muy elocuente el deseo de las autoridades universitarias en ir
asociando la calidad y prestigio de las mismas a testimonios relacionados
con la investigación, desde la cuantía de los fondos otorgados
a la vitalidad y reconocimiento social de los equipos humanos pertenecientes
a la misma, relegando las tareas formativas que han sido una de las señas
de identidad tradicional de la universidad.
19. Además de las evidencias que venimos aportando, para comprobar
cuáles son los temas y escenarios con los que nos identificamos
contamos con la valiosa ayuda prestada por diversos estudios bibliométricos.
Los estudios efectuados en el transcurso de los últimos decenios
constatan algunos de los cambios de sensibilidad temática experimentados
y registran el grado de interés mostrado hacia algunas escalas.
Un primer examen a tales aportaciones, de nuevo, desvela que Europa no
ha constituido un tema de interés, ya que no aparece mencionado
entre las categorías que expresan. Y algo que puede ser más
sorprendente: tampoco ha merecido la consideración de las personas
que efectúan dichos estudios, al estimar las deficiencias que aprecian
y señalar las recomendaciones que deberían adoptarse.
Una de las primeras aportaciones a este tema fue publicada en 1975[43].
Este temprano estudio, retrato parcial de la investigación que
efectúa la comunidad geográfica española de esos
momentos, ilustra la escasa presencia de Europa en la sensibilidad e imaginación
geográfica de la sociedad española. El estudio pone de manifiesto
dos hechos: en primer lugar, el paulatino abandono de los temas regionales
que comenzaba a acusar la geografía española; se trata de
una tradición académica que, al igual que en otros países
de nuestro entorno, había sido hegemónica en el transcurso
de las décadas precedentes; y, en segundo lugar, el sesgo academicista
que comenzaba a registrar la investigación, consistente en la vinculación
creciente de la geografía practicada en España a las ciencias
naturales y sociales.
En la clasificación temática en que organiza los artículos
publicados, o categorías contempladas por la autora para cualquiera
de las etapas cronológicas examinadas en su estudio, desde 1940,
no figura el tema o ámbito espacial de Europa. La única
alusión regional que ha merecido su atención es la geografía
de España. Por tanto, es fácil coincidir con la autora en
las consideraciones finales vertidas y sostener la ‘desatención
prestada a los temas extranjeros', figurando, entre las excepciones,
la ‘preferencia clara por el continente americano'. Este diagnóstico
de la actividad investigadora española figura en la mayor parte
de los trabajos de esta naturaleza efectuados con posterioridad.
20. Cinco años después, y dirigiéndose a un foro internacional, el profesor Vilá Valentí nos muestra cuál es el panorama del estado de la geografía ibérica de esos años. Además de identificar y valorar algunas de las transformaciones que estaba experimentando la geografía española en esos años tan agitados y transcendentales -los correspondientes al final de la dictadura (1975) y los primeros años de andadura en la etapa democrática-, enumera las que estima son algunas de las fortalezas y debilidades que posee la investigación[44]. Se trata de una fecha, 1980, muy relevante. Está caracterizada, entre otros muchos aspectos, por un acusado malestar entre el profesorado joven; se trata de su mayoría, debido a la notable expansión producida en la geografía española, y la ausencia de expectativas con leyes capaces de resolver los numerosos problemas administrativos heredados de la etapa anterior; también, por la adopción de este mismo profesorado de una decidida sensibilidad temática en su cultivo. Entre las cualidades que advierte en la geografía ibérica de esos años, la española y la portuguesa, destaca el notable incremento en el número de personas dedicadas al cultivo de la geografía, la sensible mejora en la formación que reciben los estudiantes de geografía y el rigor puesto en los trabajos de investigación que se efectúan; expresa su sorpresa ante el abandono sufrido por los trabajos regionales, aquéllos que constituían tradicionalmente los temas elegidos para efectuar las tesis doctorales, siendo sustituidos por una mayor orientación temática. Afirma que se trata de una tendencia reciente, introducida en el transcurso de la década precedente, la de los setenta, y motivada por la creciente influencia que ejercen las ‘escuelas extranjeras' en las generaciones más jóvenes, a través de traducciones y contactos establecidos con colegas ingleses y estadounidenses. Entre los déficits de la geografía que se cultivaba en esos años menciona, de nuevo, la escasez de estudios extrapeninsulares. A esta denuncia, el desinterés prestado a los temas de más allá de nuestras fronteras, carencia crónica ya advertida con antelación y recordada por otros autores posteriores, agrega la escasa afición mostrada a los aspectos metodológicos, a los teóricos y a los vinculados con cualquier orientación o salida profesional.
21. El creciente efecto que hoy día está teniendo entre
nosotros ‘la cultura de la auditoría' y el deseo de
difundir y mejorar la imagen de la investigación geográfica
efectuada en España, han motivado la publicación de balances
y trabajos similares a los bibliométricos[45].
Contrariamente a las anteriores aportaciones, se trata de estudios impulsados
por instituciones responsables de la financiación de la investigación,
o por grupos y personas que tratan de afirmar y dar a conocer algunas
de las cualidades que ofrece la labor investigadora en España.
Ya no son aproximaciones cualitativas, subjetivas, avaladas por la dilatada
y activa experiencia personal. Además, el eco que suscitan en la
comunidad académica es mayor, ya que, entre los cambios administrativos
introducidos se halla la evaluación de la actividad investigadora
de la persona, traduciéndose, no sólo en reconocimiento,
sino en un complemento salarial y algún otro beneficio académico,
como la promoción laboral.
Las cualidades que ofrece la actividad investigadora del momento aparece
en trabajos como los de Sánchez Nistal[46],
Institut d'Estudis Catalans[47]
y, el más reciente, elaborado por un grupo de personas con experiencia
en tareas de evaluación de la actividad investigadora, elegido
por la Asociación de Geógrafos Españoles48.
Del examen de todos estos informes, efectuados veinte años después
de los anteriores, se desprende la inexistencia todavía de un interés
investigador hacia el tema europeo. Ninguno de tales estudios alude explícitamente
a esta escala, o contempla Europa como un tema al que deberíamos
prestar mayor atención, lo cual revela, a su vez, que todavía
no se percibe como un tema relevante entre la comunidad geográfica.
Sí en cambio se aprecia un creciente interés hacia los temas
de América Latina, escenario y sociedad hacia las cuales se ha
acrecentado la sensibilidad, aunque no con el espíritu postcolonialista
que protagonizan otras sensibilidades.
Sin duda, la valoración más destacada que transmiten tales
aportaciones corresponde a la notable dimensión internacional que
ha adquirido la comunidad geográfica española. La conclusión
se alcanza al examinar la bibliografía citada en sus trabajos y
comprobar las fuentes conceptuales inspiradoras de muchas de las investigaciones.
Se trata de una manifestación fácil de detectar y en la
que se advierte la casi desaparición de la influencia francesa,
frente al protagonismo abrumador que cobran las fuentes angloamericanas[48].
Es poco significativa la presencia de otras fuentes inspiradoras, como
las alemanas o las italianas.
22. Siguiendo con los testimonios que proclaman nuestras inquietudes
investigadoras, otra de las evidencias con que contamos para averiguar
nuestra sensibilidad europea corresponde al número de personas
vinculadas a equipos de trabajo consagrados a temas europeos, y los proyectos
de investigación en que participamos financiados por la Unión
Europea.
Una aportación reciente nos brinda los primeros datos en este campo.
Corresponde al minucioso trabajo efectuado por Julio Muñoz, basado
en las memorias disponibles de algunos de los departamentos de geografía
españoles[49]. Tal
como indica su autor, un ‘primer análisis pone de manifiesto
que son muy raros los trabajos que abordan tema o problemas de carácter
general sin referencia territorial concreta (sólo el 8,7 %) y que
la investigación referente a territorios localizados fuera de las
fronteras del estado español tiene un peso reducido (12,5 % del
total de trabajos publicados). Así pues, la investigación
de los geógrafos universitarios españoles está enfocada
aún muy mayoritariamente (78,8%) a temas y territorios de nuestro
país y dentro de ella predominan los estudios referentes a áreas
de dimensiones reducidas, ya que casi la mitad de los trabajos publicados
(el 46,6%) se enfocan a ámbitos cuyo tamaño corresponde
a las escalas comarcal o local.'[50]
Confirma y avala las afirmaciones emitidas en anteriores párrafos,
acusando sus datos el carácter o dimensión local creciente
que cobran nuestras investigaciones y el débil interés prestado
a temas correspondientes a escenarios de más allá de nuestras
fronteras.
Asimismo, en los inventarios relativos a las líneas de trabajo
que cultivamos los diferentes especialistas no apreciamos las presencia
de temas que podemos calificar de ‘europeos'[51].
Debemos señalar la escasa presencia de líneas de investigación
regional, y dentro de ella, la que cobra más notoriedad es la dedicación
a temas de América Latina. En muchas de las líneas cultivadas,
como las de geografía física o humana, la escala de preocupación
suele ser precisamente la local, entendida como la correspondiente a la
comunidad autonómica en que uno o una reside. Nos unimos, por tanto,
a las diversas consideraciones que alertan de la tendencia ‘provinciana'
que ha ido adquiriendo la investigación geográfica española,
tras diversos análisis bibliométricos efectuados, tal como
constatan los estudios señalados.
23. Carecemos de equipos de investigación formados para investigar
temas europeos, aunque sí con personas participantes en proyectos
europeos. Esta cualidad se debe, en parte, a que la investigación
se halla presidida por individualidades, estando la comunidad geográfica
española poco integrada o cohesionada académicamente[52].
La explicación última debemos hallarla, tanto en el sistema
de promoción personal en el que estamos inmersos, como en la expansión
experimentada y la poca adopción de mecanismos integradores que
ayuden a la promoción y defensa de los intereses particulares.
Es, sin duda, uno de los hábitos y aspectos culturales o sociales
que está cambiando de manera más acelerada, ya que son crecientes
las convocatorias promovidas por los diversos grupos de trabajo existentes
en el seno de la Asociación de Geógrafos Españoles
y la puesta en común de las investigaciones efectuadas. Los equipos
de investigación existentes, en los que participan especialistas
españoles junto a especialistas europeos, se han formado, en parte,
con la finalidad de someterse y cumplir los requisitos exigidos en las
convocatorias de ayuda a su financiación. La afinidad temática
y los contactos establecidos en congresos o reuniones internacionales
han propiciado esta relación y abierto esta posibilidad. Son equipos
que, en gran parte, responden a iniciativas surgidas fuera de España,
están encabezados o presididos por colegas extranjeros, y a los
que nos hemos ido integrando.
Otro escenario en el que comprobar el grado de sensibilidad mostrado hacia
la dimensión europea es el de la educación obligatoria.
Se trata de un tema que se aleja de los límites que nos habíamos
fijado. Sólo dejar constancia de la inquietud hacia la promoción
de esta identidad en la formación del profesorado entre los docentes
entregados a la preparación de profesores de los niveles primario
y secundario. Contamos con una oferta de materiales y la redacción
de diversos trabajos como resultado de investigaciones destinadas a conocer
el grado de identidad sostenido por las personas a las que impartían
las clases[53].
24. La presencia en el plan de estudios de Geografía de
una materia obligatoria como es la Geografía de Europa puede
interpretarse de diversas maneras. Para unos, se trata de una invitación
a promover una ‘nueva' cultura geográfica acerca de
Europa y la oportunidad para contribuir a la aparición y fortalecimiento
de una nueva identidad, la europea. Para otros, asumiendo la conveniencia
de forjar en la sociedad esta dimensión, pretenden efectuarla estudiando
y sensibilizándose de algunos de los procesos políticos
que protagonizan la actualidad y que nos afectan de manera más
acusada. En definitiva, la existencia de la materia puede contribuir a
dotar de una cultura académica acerca de Europa, concienciarnos
de nuestra condición y responsabilidad de europeos y europeas,
o a concienciarnos de la necesidad de construir una Europa diferente.
Cualquiera que sea nuestra elección a dicha tarea debemos ser conscientes
de los efectos que produce una u otra alternativa, y nuestro compromiso,
tanto con la sociedad local, como con la global.
No ha sido muy acusada la dedicación prestada por parte de la comunidad
geográfica española al conocimiento y difusión de
la geografía de Europa, su significado y nuestro compromiso. Tal
como reflejan las revistas consultadas y los estudios bibliométricos
publicados, nuestra actividad investigadora la hemos centrado en temas
españoles, ‘nacionales', y, recientemente, compaginados
con los de la comunidad autonómica a la que pertenecemos, hacia
la que claramente se va decantando nuestra labor. Dicha cualidad ha sido
juzgada peyorativamente, calificándola de ‘provinciana',
y animando a desprenderse de esta escala y considerar temas y escalas
análogos a los de la comunidad internacional.
Pese a la atención dispensada en el pasado a una práctica
o forma de conocimiento tan arraigada en la geografía española
como es la corográfica o regional, en el transcurso del último
tercio del siglo XX se ha ido debilitando el interés. Su abandono
y transformación refleja la influencia ejercida en los gustos por
otras comunidades geográficas occidentales, principalmente anglosamericanas.
La paulatina disminución del interés en los estudios regionales
se ha desplazado hacia una mayor dedicación a los estudios temáticos,
físicos y humanos. Es, sin duda, la cualidad más visible
que ofrece la geografía española. Se trata de una manifestación
surgida en esta estimulante etapa de nuestra historia, vinculada a la
nueva andadura política que se inicia con la restauración
de la democracia y la mayor apertura a Europa; y alentada por el firme
deseo de adquirir un reconocimiento académico y profesional análogo
al de otras comunidades occidentales.
25. Como signo de lealtad con una identidad política y académica
la docencia universitaria contempla diversas asignaturas regionales. Se
trata de la Geografía de España, la Geografía
de la propia comunidad autónoma y la Geografía de
Europa.
La presencia de esta última asignatura, introducida en 1990, se
debe al clima político del momento y fue asumida como una materia
adecuada en el entusiasta y esperanzador anhelo de integración
política, económica y social de la sociedad española
a la europea. Su diseño debe contribuir a apreciar y difundir algunos
de los procesos que protagonizan la creación de una nueva identidad,
la europea, y el escenario en el que se está produciendo. Con las
experiencias de aprendizaje derivadas de esta materia se espera equipar
de una nueva dimensión, caracterizada por unos saberes, unas competencias
y, sobre todo, una concienciación o sensibilidad diferente.
A facilitar la primera cualidad están dirigidos los diversos recursos
bibliográficos disponibles, traducidos y editados, cuyas miradas
a Europa están inspiradas en los esquemas conceptuales clásicos
y en discursos guiados por el positivismo dominante de la geografía
académica. Menor atención se ha prestado a las cualidades
culturales o profesionales relacionadas con sus competencias, dimensión
humana y profesional sometida a la contingencia de cada universidad, profesor
o persona. Y en cuanto a la sensibilidad europea contamos con trabajos
efectuados por colectivos diversos que expresan la conveniencia de promover
una nueva ciudadanía, término acuñado para
describir esta nueva identidad, en la que deben estar presentes una especial
preocupación por los derechos humanos, la justicia, la tolerancia
y la participación democrática.
Como respuesta a esta creciente demanda se han editado libros de texto,
obras estadísticas y numerosos recursos educativos susceptibles
de ser usados como material de consulta. Por otro lado comienzan a aparecer
estudios que desvelan el grado de concienciación europea sentido
por el profesorado, así como trabajos reveladores del tipo de ‘imaginación
geográfica' de Europa que posee la juventud, la representación
que aparece en libros de texto, etc. El trabajo de campo en un país
extranjero no es una norma establecida en la geografía española,
a imagen de la tradición existente en otros países europeos.
26. El examen de la investigación geográfica efectuada en España sigue delatando la existencia de unas inercias temáticas cuyas escalas suelen corresponder a la local y la estatal. Vínculos establecidos con colegas de universidades extranjeras, singularmente anglo-americanas; viajes efectuados por motivos diversos, desde asistencia a reuniones y congresos internacionales, a otros contactos más duraderos, como estancias de formación e investigación; así como los lazos establecidos con instituciones extranjeras, como la Unión Geográfica Internacional (I.G.U.) y sus respectivas comisiones, explican la creciente presencia de trabajos referidos a escenarios diferentes al próximo. Sin duda, las relaciones forjadas se siguen intensificando con Europa occidental y con países próximos cultural y espacialmente. Esta elocuente apertura se está traduciendo en la sugerente y eficaz invitación a adherirnos y formar parte de la comunidad investigadora europea, con seductores estímulos dirigidos a facilitar la integración en equipos y proyectos de investigación financiados por la Unión Europea.
[1] Agradezco a la profesora
Teresa Isenburg, de la Università degli Studi di Firenze, la
invitación cursada en diciembre de 2001 para participar en la
investigación que lleva a cabo, junto con el profesor Marcello
Verga y otros colegas, acerca de la imagen de Europa en la geografía
italiana. Con antelación, en marzo de 1999, tuve la oportunidad
de asistir a un primer encuentro celebrado en esa misma universidad
acerca del mismo tema, la representación de Europa.
[2] Como expondremos más
adelante, ha sido la presencia de una asignatura obligatoria, Geografía
de Europa, la que ha generado la edición de diversos manuales
destinados a satisfacer el nuevo mercado de consumo surgido.
[3] Las reiteradas iniciativas emprendidas en el transcurso del siglo XX destinadas a lograr la ansiada aprobación del título de Geografía, con la sugerencia de las asignaturas correspondientes, la hemos tratado en "La formación de un geógrafo. Propuestas históricas de planes de estudio de Geografía", Revista de Geografía, 1995, XXIX, nº 1, pags.37-67.
[4] Los índices consultados
han sido: Estudios Geográficos. Indice de cincuenta años
(1940-1989), compuesto por G. LORA-TAMAYO, Madrid, CSIC, 1990; Anales
de Geografía de la Universidad Complutense. Sumarios (1981-2000),
compuesto por S. FERNANDA SASSANO, 2001, 21, pags.345-424; índices
de la Revista de Geografía: volúmenes I al XXIV
(1967-1990), Revista de Geografía, XXV, 1991. Asimismo
hemos examinado las bibliografías insertadas en los manuales
F. LÓPEZ PALOMEQUE coord., Geografía de Europa,
Barcelona, Ariel, 2000, y R. PUYOL y J. VINUESA eds., La Unión
Europea, Madrid, Síntesis, 1995.
[5] Con la consolidación
política de la España de las Autonomías, uno de
los cambios culturales más significativos ha consistido en prestar
más atención a los temas de la Comunidad política
correspondiente. Esta cualidad de la investigación geográfica
se produce, no solamente en aquellas Comunidades en las que los sentimientos
nacionales son más acusados, como Cataluña, sino en otras.
Véase a este respecto E. RAMIRO I ROCA, "Dieciséis
años de la revista Investigaciones Geográficas",
Papeles de Geografía, 2001, 34, pags.253-269. Si
consultamos otras revistas publicadas por los Departamentos de las diversas
universidades llegaríamos a análoga conclusión,
como en el caso de la Revista de Geografía (número
conmemorativo de los 25 años de la publicación en 1991).
[6] Ha sido muy frecuente
al presentar las singularidades que ofrecen las diversas sensibilidades
y prácticas de la geografía invocar el concepto de escuela
-‘escuela francesa' o ‘escuela alemana'-. Incluso
hablar de ‘comunidad geográfica española'
constituye un signo de ‘nacionalismo', en el que persiste
uno de los ideales geográficos -la escala estatal- o categorías
espaciales que aplicamos para clasificar y organizar la realidad. Un
detenido examen de las concepciones espaciales que manejamos, su génesis
y connotaciones asociadas aparece tratado en M. E. LEWIS y K. E. WIGUEN,
The Myth of Continents. A critique of Metageography, Berkeley,
University of California Press, 1997.
[7] Nos referimos a los dos
manuales ya citados en la nota 4 y otras publicaciones regionales a
las que más adelante aludiremos.
[8] La importancia que cobra
este género geográfico en el siglo XIX aparece reflejado
en la popularidad alcanzada por las célebres obras de Malte-Brun,
Reclus o Vidal de la Blache. Su interés social no parece haberse
eclipsado, tal como muestra la oferta actual de estos ‘dinosaurios'
geográficos, las denominadas geografías universales.
Entre las más recientes se hallan las dirigidas por E. LLUCH,
Geografía de la Sociedad Humana, Barcelona, Editorial
Planeta, 1982, 8 vol. y C. CARRERAS, Geografía Universal,
Barcelona, Instituto Gallach-Ediciones Océano, 1993, 10 vol..
[9] La bibliografía
acerca de la conocida como ‘nueva geografía regional'
es muy copiosa. Los artículos dedicados al tema suelen ilustrar
las sugerencias innovadoras con ejemplos ‘nacionales', entre
los que no hemos hallado alguno aplicado a Europa. Destacamos las siguientes
aportaciones: A. GILBERT, "The new regional geography in English
and French-speaking countries", Progress in Human Geography,
1988, 12, pags.208-228; A. SAYER, "The new regional geography and
problems of narrative", Environment and Planning D: Society
and Space, 1989, 7, pags.253-276; R. J. JOHNSTON, J. HAUER y G.
A. HOEKVELD, eds., Regional Geography. Currents developments and
future prospects, London, Routledge, 1990; A. MURPHY, "Regions
as social constructs: the gap between theory and practice", Progress
in Human Geography, 1991, 15, pags.22-35; H. BEYNON y R. HUDSON,
"Place and space in contemporary Europe: some lessons and reflections",
Antipode, 1993, 23, pags.177-190; J. ALLEN, D. MASSEY y A. COCHRANE,
Rethinking the Region, London, Routledge, 1998; G. MACLEOD y
M. JONES, "Renewing the geography of regions", Environment
and Planning D: Society and Space, 2001, pags.669-695. Autores españoles
se han hecho eco de este empeño renovador entre los que destacamos,
J. GÓMEZ MENDOZA, "Por una geografía regional renovada",
Treballs de la Societat Catalana de Geografía, 1990, 21,
pags.51-71; A. ALBE, "La nueva geografía regional o la construcción
social de la región", Anales de Geografía de la
Universidad Complutense, 1993, 13, pags.11-29; J. OLIVERAS, "Crisis,
y resurgimiento de la geografía regional", Aportaciones
en homenaje al profesor Luis Miguel Albentosa, Tarragona, Diputación
de Tarragona, 1993; el tema también ha sido objeto de atención
en diversos coloquios y reuniones, y está prevista la edición
de un número monográfico del Boletín de la Asociación
de Geógrafos Españoles cuyo título corresponde
a Región y Geografía Regional, coordinado por F. Rodríguez
y J. I. Plaza, nº 32, Agosto de 2002.
[10] A modo de ejemplo señalamos: The European Higher Education Area. Joint declaration of the European Ministers of Education convened in Bologna on the 19th of June, 1999; se trata de un documento en el que se manifiesta la voluntad de caminar hacia un proceso homogeneizador en los planes de estudio de los países miembros. Comment on the Joint Declaration of the European Ministers of Education made in Bologna, Italy, 19 June 1999, Amsterdam, European Association for International Education, <www.csc.fi/forum/EAIE y www.eiae.nl>.
[11] Un testimonio de este
interés aplicado a la educación universitaria del Reino
Unido aparece en "Quality Assurance Agency for Higher Education.
Benchmark statement for Geography", Journal of Geography in
Higher Education, 2000, 24, 3, pags.399-412. Es inminente la creación
en España de un organismo similar dependiente de las autoridades
universitarias.
[12] Una manifestación
tangible de la voluntad globalizadora de la educación universitaria
aparece en M. J. HAIGH, "Internationalization of the Curriculum:
designing inclusive education for a small world", Journal of
Geography in Higher Education, 2002, 26, 1, pags.49-66; el autor
invita a la urgente adopción de un estilo ‘global',
sugiriendo a las universidades, si aspiran a sobrevivir, la necesidad
de incorporar concepciones que correspondan a dicha escala, ya que deben
competir con la oferta de otras universidades y la atracción
de estudiantes pertenecientes a culturas y nacionalidades diferentes
de la propia.
[13] Un estudio de cómo
los diversos partidos catalanes han asimilado el tema de Europa y modificado
sus idearios políticos se halla en B. GIORDANO y E. ROLLER, "Catalonia
and the ‘idea of Europe'. Competing strategies and discourses
within Catalan party politics", European Urban and Regional
Studies, 2002, 9 ,2, pags.99-113.
[14] Entre las aspiraciones
de los partidos de izquierda se halla no dejarse arrebatar algunas de
las conquistas sociales conseguidas y alienarse ante la permanente celebración
de los éxitos económicos alcanzados. Además, reivindican
asociar a la identidad europea determinados valores como el respeto
a los derechos humanos, la tolerancia, la participación democrática
y la responsabilidad social. Incluso han acuñado un término
nuevo, análogo al de identidad: ciudadanía europea.
Véase el informe compilado por J. BORIA, G. DOURTHE y V. PEUGEOT
La ciudadanía europea, Barcelona, Península, 2001.
Debemos añadir que, tanto éste, como otros documentos
precedentes, no han despertado un gran interés, tanto en los
medios de comunicación, como en otros ámbitos culturales
o sociales. La inhibición debemos atribuirla a los sólidos
sentimientos nacionalistas que presiden la cultura y sociedad en Cataluña,
animada por otras inquietudes. No sucede lo mismo con la promoción
de la identidad europea desde Madrid y por parte del partido conservador
que ostenta el gobierno; son numerosas la manifestaciones públicas
dedicadas a divulgar las virtudes de esta nueva identidad -por ejemplo,
a través de la televisión pública, en temas como
la moneda y las ayudas recibidas-, singularmente, en momentos como el
actual en que España preside la Unión Europea (primer
semestre de 2002). Por tanto, la idea de Europa y las cualidades que
deben promoverse en sus residentes varían según los partidos
y los medios de comunicación sobre los que ejercen su poder.
[15] Esta confusión
o enfrentamiento de identidades que siente la persona hoy día
la refleja D. Harvey en la frase: "to which space do I belong?
Am I a citizen of the world, the nation, the locality?", (Justice,
Nature and the Geography of Difference, Oxford, Blackwell, 1996).
La identidad promovida por los planes de estudio ingleses es examinada
por J. Morgan, "To which space do I belong? Imagining citizenship
in one curriculum subject", The Curriculum Journal, 2000,
11, 1, pags.55-68, de quien he tomado la cita precedente. Véase
también D. LAMBERT y P. MACHON eds., Citizenship through Secondary
Geography, London, Routledge Falmer, 2001.
[16] La profusión
y variedad de asignaturas en los planes de estudio ha sido motivo de
alarma por parte de la junta directiva de la Asociación de Geógrafos
Españoles. Con tal motivo ha promovido diversas reuniones y trabajos
que se han concretado en recomendaciones. Una parte de dicha tarea aparece
reflejada en la obra Geografía 21, Asociación de
Geógrafos Españoles, 2001.
[17] Resuelta admirable,
y algo vertiginoso, contemplar los cambios protagonizados por la geografía
española en el transcurso de las últimas décadas.
Para comprender su alcance deben consultarse los siguientes trabajos:
J. M. CASAS TORRES, "Estado actual de los estudios geográficos
en España", Aportación Española al XX Congreso
Geográfico nternacional, Madrid, CSIC, 1964, pags.275-287
(publicado igualmente en Bollettino della Societá Geografica
Italiana, Roma, 1962, nº 1-3); J. GARCÍA FERNÁNDEZ,
"La enseñanza de la Geografía en la Universidad y
sus problemas", Coloquio sobre Geografía Agraria, Salamanca,
Asociación para el Progreso de las Ciencias, 1966, pags.37-47;
J. BOSQUE, "La enseñanza de la Geografía en la Universidad",
Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 1981, CXVII,
pags. 179-199; F. LOPEZ PALOMEQUE, R. MORELL, L. URTEAGA y J. VILAGRASA,
"La enseñanza universitaria de la geografía y el empleo de los
geógrafo", Geocrítica, 64, julio 1986, pags. 5-65; A. LÓPEZ
ONTIVEROS, "La enseñanza de la Geografía en la universidad
española", La Geografía en España (1970-1990).
Aportación española al XXVIIº Congreso de la Unión
Geográfica Internacional. Washington 1992, Madrid, Fundación
BBV, 1992, pags.3-15; A. HERNANDO, "Planes de estudio y docencia
en la universidad española", ibid., pags. 16-22;
y el libro citado previamente, Geografía 21.
[18] El título de
Geografía fue aprobado en 1990. Previamente, la comunidad
geográfica mantuvo diversas reuniones en las que se fueron discutiendo
y configurando algunas de las cualidades del mismo. Una comisión
elegida para su diseño fue la responsable última de redactar
el documento base en el que aparecen, tanto las materias, como los objetivos
y líneas conceptuales de las mismas. En la Universidad de Barcelona
comenzó a impartirse a partir de 1992.
[19] El crédito,
la nueva unidad de docencia introducida con la reforma de 1990, corresponde
a diez horas de docencia. Así, a la Geografía de Europa,
sugerida como materia obligatoria, se le asignó doce créditos,
lo que equivale, en la Universidad de Barcelona, a veintiocho semanas
de clase, con tres horas semanales. A tales horas hay que agregar la
dedicación del estudiante a tareas de estudio señaladas
en el programa de la asignatura, así como la realización
de prácticas y las evaluaciones.
[20] Los planes de estudio,
con las asignaturas, programas y bibliografía, aparece en las
webs de las diversas universidades. El de la Universidad de Barcelona
pueden consultarse en <
www.ub.es/acad/primerisegon.htm >.
[21] El número de
universidades en las que se imparte el título es de 26; en cuanto
a Departamentos universitarios su cifra es de 46, ofreciendo, algunos
de ellos, asignaturas de geografía en otras titulaciones; la
plantilla de profesores es de 542 funcionarios y 271 contratados (813);
el número de estudiantes es difícil conocerlo, pero la
oferta es de 2500 plazas anuales, cifra que no es cubierta en la actualidad.
Los datos aparecen en Geografía 21 cit..
[22] Estimamos como ‘sorprendente'
por la inexistencia de esta tradición en la sociedad española,
ya que hasta estos años sólo existían tres universidades
privadas, todas ellas vinculadas a la Iglesia.
[23] Nos referimos, por
ejemplo, a Medio Ambiente o Geodesia y Cartografía.
[24] El tema de la formación
que debería adquirir el licenciado en Geografía
no ha suscitado excesivo interés. Entre las escasas aportaciones
disponibles sólo hallamos un cierto descontento y argumentos
a favor de una preparación más técnica. Sus partidarios
sostienen que la salida profesional anterior, la docencia, ha dejado
de ser la salida profesional de los licenciados en Geografía,
y sugieren como ocupación los puestos profesionales creados en
los diversos organismos del Estado. Esta salida profesional, la ordenación
del territorio o tareas relacionadas con la planificación, ha
coincidido con la restauración de la democracia y la consolidación
política de la España de las Autonomías, lo que
ha llevado a la incorporación de algunos profesionales a tales
administraciones. Ante la situación coyuntural de esta salida
profesional, y su saturación, no se han expuesto las ventajas
de una formación polivalente, en habilidades transferibles, base
para cualquier ocupación más concreta en el futuro, que
es quizás la que más se sigue.
[25] Recientemente han surgido
en las diversas administraciones educativas gabinetes destinados a ponderar
la calidad de la docencia universitaria. Las evaluaciones efectuadas
a titulaciones de Geografía han sido escasas y los resultados
no se han hecho públicos. Su existencia responde al creciente
compromiso político de las autoridades educativas con lo que
denominamos ‘la cultura de la auditoria' y es inminente
la creación de un organismo estatal impulsor de tales controles.
[26] El dato más
elocuente lo tenemos en los controles de rendimiento introducidos en
las universidades británicas. Una respuesta ha sido la redacción
del Benchmark en el que figuran las diversas cualidades que corresponden
al licenciado en geografía. Véase nota 12.
[27] Los esfuerzos desplegados
en el pasado, previos a la aprobación del título de Geografía,
los hemos expuesto en "La formación de un geógrafo.
Propuestas históricas de planes de estudio de Geografía",
Revista de Geografía cit.
[28] El tema de la configuración
de la geografía como discurso político creado para satisfacer
las necesidades e ideales de los poderes establecidos ha sido estudiado
examinando testimonios del pasado, tal como muestran los diversos trabajos
aparecidos en revistas internacionales como Journal of Historical
Geography. Nosotros nos hemos interesado por el tema en "Geografía
e identidad nacional: las primeras geografías de Cataluña",
Documents d'Anàlisi Geogràfica, 2001, 38,
pags.55-86. Por tanto, podemos considerar la configuración regional
de una parte del discurso geográfico, y justificar así
su existencia, en la conveniencia de seguir aportando información
de unos escenarios o categorías espaciales vinculadas con una
identidad asumida por los poderes establecidos -Cataluña, España,
Europa...-, con la aportación de datos territoriales y sutiles
apreciaciones morales.
[29] Nos referimos, por
un lado, al manual universitario más popular que se ha publicado;
fue escrito por M. de Terán, uno de los maestros de la geografía
española, y su título es Imago Mundi. Geografía
Universal, Madrid, Ediciones Atlas, 1964; por otro, el más
reciente, último publicado en esta línea, coordinado por
J. M. CASAS TORRES, Geografía Descriptiva, Madrid, EMESA,
1979, aprovechando las colaboraciones geográficas brindadas a
una obra enciclopédica.
[30] Para comprobarlo podemos
contrastar los índices de los manuales redactados por MARTÍN
ECHEVARRÍA (1928), VILÀ VALENTÍ (1968) y R. MéNDEZ
y F. MOLINERO (1993).
[31] La influencia francesa
en la geografía española era, en la década de los
setenta, todavía muy acusada. Una muestra de su persistencia
aparece en la colección de manuales publicados por la Editorial
Ariel (Colección Elcano). Entre estos manuales figura el de IVES
LACOSTE, Geografía del Subdesarrollo, Barcelona, Ariel,
1971. Las innovaciones que experimenta el propio tema motivan que la
reedición de esta obra, en 1978, aparezca con un contenido totalmente
renovado. Si la primera ofrece una visión europea o colonialista
del tema, calificada de ‘objetiva' o ‘neutra',
la segunda ya posee los rasgos y consideraciones derivados de una militancia
política de izquierdas y, en parte, postcolonial. La pérdida
de interés hacia el tema explica que la última edición
francesa del autor no haya merecido la traducción española,
lo que revela el alejamiento experimentado.
[32] R. MÉNDEZ y
F. MOLINERO, Espacios y Sociedades. Introducción a la Geografía
Regional, Barcelona, Ariel, 1998, 6ª ed.
[33] Nos referimos a obras
como la de R. MÉNDEZ, Geografía Económica. La
lógica espacial del capitalismo global, Barcelona, Ariel,
1997; o la de Y. LACOSTE, Geografía del Subdesarrollo, cit.
[34] Gran parte de las anteriores
innovaciones se deben a la influencia ejercida por la cultura geográfica
francesa en la española. Sin embargo, es a partir de los setenta
y ochenta cuando se manifiesta con mayor fuerza la colonización
anglosajona de la geografía española. Véase a este
respecto M. D. GARCÍA RAMÓN, J. NOGUÉ y A. ALBET,
La práctica de la geografía en España (1940-1990).
Innovación metodológica y trayectorias individuales en
la geografía académica española, Barcelona,
Oikos Tau, 1992.
[35] Este aspecto simbólico,
afectivo, el deseo de sentirse europeos y formar parte de una comunidad,
la europea, con todo lo que ello significa en valores democráticos,
de prosperidad económica y de autoestima, es un tema que requeriría
mucha mayor atención.
[36] Como muestra reveladora
de las concepciones geográficas y educativas de la asignatura,
y el significado que otorgan a Europa, además de los manuales
citados, contamos con el trabajo de J. L. LUZÓN y J. MATEU. Geografía
de Europa. Text-Guia, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1997.
TAMBIÉN S. ANTÓN. Recursos electrónicos WWW
para la docencia y la investigación sobre Europa, < www.ub.es/geocrit/b3w-139.htm
>.
[37] R. ALVARGONZÁLEZ,
"Informe sobre los planes de estudio de la licenciatura en Geografía",
Geografía 21 cit., pags.95-101.
[38] Los cambios que había acusado la geografía académica anglosajona y su traducción en la educación obligatoria, preludio de lo que más tarde sucedería en España, con la desaparición de cursos de geografía regional y su sustitución por estudios temáticos, aparece en A. HERNANDO, "La enseñanza de la Geografía regional", Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 1979, LXVII, pags.200-234.
[39] R. J. JOHNSTON, "The
challenge for regional geography: some proposals for research frontiers",
en R. J. JOHNSTON, J. HAUER y G.A. FOEKVELD eds., Regional Geography.
Current developments and future prospects, London, Routledge, 1990,
pags. 122-139. Dentro de esta colección de ensayos figuran otros
que aluden, tanto a los cambios producidos, como a la necesidad de encontrar
las claves para su renovación.
[40] R. J. JOHNSTON, "A
place in geography", en E. M. RAWLING y R. A. DAUGHERTY eds.,
Geography into the Twenty-First Century, Chichester, John Wiley
and Sons, 1996, pags. 59-76. Una de las reformas introducidas en la
educación primaria del Reino Unido, en la década de los
90, es, precisamente, la obligación de estudiar lugares concretos
elegidos entre los diversos escenarios del mundo. Acredita un cambio
de tendencia y la recuperación del interés hacia las cualidades
que ofrecen los lugares.
[41] Véase la nota
nº 4 en donde aparecen las revistas examinadas.
[42] La cifra ronda la cuarentena,
y cada una de ellas goza de diferente prestigio. Las dificultades de
financiación con que se encuentran muchas de ellas explica que
su regularidad no sea la anunciada. La relación de revistas aparece
en Geografía 21. Op. cit. Anexo 2, 130-132. A ellas habría
que añadir dos revistas electrónicas que no están
reseñadas.
[43] Mª I. DEL RÍO,
"La Geografía en España desde 1940 a 1972, a través
de las principales revistas geográficas", Estudios Geográficos,
1975, XXXVI, pags.1031-1046.
[44] J. VILÀ VALENTÍ,
"La Geografía Ibérica: Tendencias, Resultados y Problemas",
en II Coloquio Ibérico de Geografía. Lisboa, 1980.
Comunicaçoes, 1983, vol. II, pags.265-298.
[45] Nos referimos a contribuciones
destinadas a la comunidad internacional, efectuadas con motivo de congresos,
así como a otros estudios singulares efectuados en el marco del
cultivo de ciertas ramas temáticas. Sirva de ejemplo La Geografía
en España (1970-1990), Madrid, Real Sociedad Geográfica,
Asociación de Geógrafos Españoles, 1992; o la más
reciente efectuada en geomorfología:
[46] J. M. SÁNCHEZ
NISTA, "La Geografía española a través de
sus revistas. Una aproximación bibliométrica", Estudios
Geográficos, 1995, LVI, pags.547-621. El autor continúa
con el estudio iniciado por del Río (1975). Vale la pena mencionar
que de los artículos publicados en España, entre 1975
y 1993, relativos a un país extranjero, 608, 102 corresponden
a Francia, 38 a Portugal, 34 al Reino Unido, 30 a Alemania; el resto
esta muy fragmentado, destacando la cifra que corresponden a la Antártida:
20. África es estudiada en 59 artículos y América
en 361. Juzgando la influencia que ejercen los países extranjeros,
a través de sus colaboraciones a las revistas españolas,
indica que son, por este orden, Francia, Reino Unido, Estados Unidos
y Alemania. Los datos indican la persistente relación con nuestra
vecina Francia, el creciente peso de la cultura anglosajona y el alejamiento
de la influencia alemana, hegemónica en otros momentos de nuestra
historia.
[47] Institut d'Estudis
Catalans, Report de la recerca a Catalunya. Geografia i demografia,
Barcelona, I.E.C., 1998. Se trata del primer informe efectuado sobre
la investigación geográfica en Cataluña, coordinado
por E. Lluch. Su lectura nos brinda algunas consideraciones relevantes
acerca de la cultura autóctona y la incidencia de fuerzas recientes
como la promoción, los recursos y la financiación. Al
igual que otros informes efectuados, se interesa por las relaciones
que tenemos establecidas con el extranjero, estimando que nuestros vínculos
se dirigen a Europa Occidental, América Latina, Países
Mediterráneos y Estados Unidos.
[48] M. D. GARCÍA
RAMÓN, J. NOGUÉ y A. ALBET, La práctica de la
geografía en España (1940-1990). Innovación metodológica
y trayectorias individuales en la geografía académica
española cit. Este mismo trabajo puede servir para corroborar
esta afirmación.
[49] J. MUÑOZ JIMÉNEZ,
"Informe sobre resultados cuantitativos de la investigación
en geografía (‘Memorias de investigación'
de las Universidades, 1999)", Geografía 21 cit.,
pags.137-147.
[50] Ibid., pags.140-141.
[51] Véase a este
respecto las colaboraciones aportadas a los congresos internacionales
promovidos por la Unión Geográfica Internacional.
[52] Algunas de estas valoraciones
figuran en el Informe sobre resultados cualitativos de la investigación
en geografía, op. cit., cuyo apartado 4 está dedicado
a exponer las principales líneas de investigación en la
geografía española, pags.123-124; en ningún momento
se alude al tema de Europa.
[53] Se trata de colegas dedicados a la formación de profesores de primera enseñanza vinculados a la Universidad Autónoma de Barcelona. Uno de los trabajos corresponde a MARÍA VILLANUEVA, La Unión Europea. Societat i territori en procés d' integració, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 1999; la autora, en la presentación, menciona las motivaciones de la obra y su deseo de transmitir a los futuros docentes la sensibilidad europea. Como ejemplo de análoga sensibilidad entre otros colegas españoles véase J. ESTEPA, F. FRIERA y R. PIÑEIRO eds., Identidades y Territorios, Oviedo, K.R.K. 2001; corresponde a las comunicaciones presentadas a un congreso entre las que puede detectarse el interés hacia Europa entre el profesorado de nuestro país.